La biotecnología está marcando un antes y un después en el avance de algunos tratamientos, sobre todo los relacionados con las enfermedades genéticas o autoinmunes. Gracias al potencial de la biología molecular y de la genética humana se ha podido analizar el origen de muchas enfermedades y ha sido posible descubrir y desarrollar terapias innovadoras que están mejorado la vida de los pacientes.
Cada ser humano, comenzando por uno mismo, es una secuencia de ADN, que es la molécula que almacena toda la información genética que conforma a un ser vivo y está “escrita” con una combinación de cuatro moléculas que se representan con las letras: G, A, T, C. Cada uno de nosotros está configurado con 3.200 millones de estas letras.
Pues bien, el orden en el que se disponen estos cuatro elementos básicos forma los diferentes genes y cada gen contiene las instrucciones necesarias para formar una proteína específica. Los genes de una célula específica pueden estar activos o inactivos, dependiendo de la función y las necesidades de dicha célula. Una vez que se activa un gen, la información que contiene se utiliza para sintetizar o expresar la proteína a la cual codifica. Muchas enfermedades se deben a genes activados o desactivados incorrectamente.
Convencidos de que la cura a las enfermedades se encuentra dentro de cada uno de nosotros, los fundadores de la biotecnológica Amgen aprovecharon este conocimiento de la biología molecular para diferenciarse de otras compañías farmacéuticas. Decidieron, en un primer momento, centrar sus esfuerzos en analizar las complejidades de las enfermedades y comprender mejor su origen para, posteriormente, descubrir terapias innovadoras que pudieran mejorar la vida de los pacientes. Todo ello gracias a un uso innovador de la biotecnología.
En la actualidad, Amgen está a la vanguardia de los tratamientos biológicos más punteros. Con una ciencia de máximo nivel y una tecnología de última generación, aprovecha el enorme potencial de la biología molecular y la genética humana avanzada para estudiar miles de millones de compuestos biológicos, con el objetivo de descubrir terapias que están cambiando el curso de algunas de las enfermedades más graves o dan respuesta a necesidades de tratamiento no cubiertas en áreas como la oncología, la hematología, la cardiología, la nefrología, las enfermedades cardiovasculares, las inflamatorias y el metabolismo óseo.
El 30 % de los fármacos de nuestro sistema sanitario ya son biológicos, y a pesar de que algunos de ellos, como la insulina y algunas vacunas, se utilizan desde hace varias décadas, son todavía grandes desconocidos para la población general. Los medicamentos biológicos son moléculas similares o idénticas a las proteínas y otras sustancias complejas de las que depende nuestro cuerpo para mantenerse sano. Se producen en líneas celulares vivas cultivadas en biorreactores y adquieren la modalidad de proteínas recombinantes terapéuticas, anticuerpos monoclonales y proteínas de fusión, entre otras modalidades.
Los fármacos biológicos son demasiado grandes y complejos para elaborarse por métodos exclusivamente químicos. En concreto, son de 200 a 1000 veces el tamaño de un medicamento de síntesis química (como comprimidos o cápsulas) y altamente sensibles. Esto hace que sus procesos de caracterización y fabricación sean complejos. Además, deben inyectarse o infundirse en el organismo para evitar que su compleja estructura se degrade durante la digestión, lo que ocurriría si se administraran por vía oral.
En abril de este año, tras el inicio de la pandemia, deCODE Genetics, subsidiaria de Amgen, decidió utilizar sus capacidades de secuenciación de ADN para abordar la pandemia rastreando la propagación del coronavirus mediante el estudio de mutaciones genéticas en SARS-CoV-2 y midiendo la durabilidad de los anticuerpos humanos contra el virus.
El objetivo del estudio era obtener un mapa completo de la epidemiología molecular de la COVID-19 en Islandia, sede de esta compañía, para poder proporcionar datos científicos a todo el mundo, que ayudasen a las autoridades sanitarias a tomar las medidas necesarias para frenar la propagación de la enfermedad. Se pretendía ofrecer una visión, lo más comprensiva posible, sobre cómo se propaga el virus entre la población y cómo las medidas de contención como el diagnóstico temprano y masivo, el seguimiento de los casos o el aislamiento podían ayudar a frenar la enfermedad. Así, los resultados confirmaron la preocupación del efecto que tienen las personas asintomáticas en la propagación del virus.
Fuente: Muy interesante.
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