Cuando las tropas israelíes asedian el hospital indonesio de Gaza, la última instalación médica operativa en el norte de la Franja, Amnistía Internacional acusa este lunes a Israel de haber cometido “crímenes de guerra” en ataques previos contra objetivos civiles en territorio gazatí que causaron la muerte de 46 civiles, entre ellos 20 niños.
La organización internacional se ha centrado en dos ataques del ejército israelí registrados los días 19 y 20 de octubre contra el edificio de una iglesia donde se refugiaban cientos de civiles desplazados en la Ciudad de Gaza y una vivienda en el campo de refugiados de Al Nuseirat, en el centro de Gaza. La víctima de más edad fue una mujer de 80 años, y la más joven un bebé de tres meses. Estos ataques deben ser investigados como crímenes de guerra, denuncia Amnistía.
A su juicio, “las fuerzas israelíes han demostrado, una vez más, una escalofriante indiferencia hacia el catastrófico número de víctimas civiles que sus incesantes bombardeos siguen causando en la Franja de Gaza ocupada”. “Estos ataques mortíferos e ilegítimos forman parte de una constante documentada de desprecio por la población civil palestina y demuestran los devastadores efectos de la ofensiva sin precedentes de las fuerzas armadas israelíes, ante la cual ya no queda ningún lugar seguro en Gaza, sin importar dónde vivan o busquen refugio las personas civiles”, señala Erika Guevara Rosas, directora de Investigación, Trabajo de Incidencia y Política Globales de Amnistía Internacional.
Cuando las tropas israelíes asedian el hospital indonesio de Gaza, la última instalación médica operativa en el norte de la Franja, Amnistía Internacional acusa este lunes a Israel de haber cometido “crímenes de guerra” en ataques previos contra objetivos civiles en territorio gazatí que causaron la muerte de 46 civiles, entre ellos 20 niños.
La organización internacional se ha centrado en dos ataques del ejército israelí registrados los días 19 y 20 de octubre contra el edificio de una iglesia donde se refugiaban cientos de civiles desplazados en la Ciudad de Gaza y una vivienda en el campo de refugiados de Al Nuseirat, en el centro de Gaza. La víctima de más edad fue una mujer de 80 años, y la más joven un bebé de tres meses. Estos ataques deben ser investigados como crímenes de guerra, denuncia Amnistía.
Las fuerzas israelíes han demostrado, una vez más, una escalofriante indiferencia hacia el catastrófico número de víctimas civiles
A su juicio, “las fuerzas israelíes han demostrado, una vez más, una escalofriante indiferencia hacia el catastrófico número de víctimas civiles que sus incesantes bombardeos siguen causando en la Franja de Gaza ocupada”. “Estos ataques mortíferos e ilegítimos forman parte de una constante documentada de desprecio por la población civil palestina y demuestran los devastadores efectos de la ofensiva sin precedentes de las fuerzas armadas israelíes, ante la cual ya no queda ningún lugar seguro en Gaza, sin importar dónde vivan o busquen refugio las personas civiles”, señala Erika Guevara Rosas, directora de Investigación, Trabajo de Incidencia y Política Globales de Amnistía Internacional.
“Instamos a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional a tomar de forma inmediata medidas concretas para acelerar la investigación sobre los crímenes de guerra y otros crímenes de derecho internacional abierta en 2021. Los desgarradores relatos de supervivientes y familiares de las víctimas que describen el devastador precio en vidas humanas de estos bombardeos ofrecen una instantánea del sufrimiento masivo que los incesantes ataques de las fuerzas armadas israelíes infligen a diario a la población civil en Gaza y subrayan la necesidad urgente de un alto el fuego inmediato”, indican desde Amnistía.
Su denuncia se basa en un proceso de documentación exhaustivo. La organización ha visitado los lugares donde tuvieron lugar los ataques, ha tomado fotografías de las secuelas de cada ataque y ha entrevistado a un total de 14 personas: 9 sobrevivientes, 2 testigos, un familiar de víctimas y 2 dirigentes religiosos. El Laboratorio de Pruebas del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional ha analizado imágenes de satélite y materiales audiovisuales de fuente abierta para geolocalizar y verificar los ataques. También ha examinado declaraciones de las fuerzas armadas israelíes y el 30 de octubre remitió preguntas a la unidad del portavoz del ejército israelí en relación con el ataque a la iglesia y al campo de Al Nuseirat que, en el momento de publicación del informe, no habían sido respondidas.
Amnistía insiste en que Israel no ha publicado “ninguna prueba creíble que sustente los motivos que justifiquen estos ataques, y tampoco sobre los presuntos objetivos militares presentes”. Por el contrario, en el caso del bombardeo del edificio de la iglesia, las fuerzas armadas israelíes difundieron información contradictoria, incluidos un vídeo que más tarde retiraron y una declaración que no fundamentaron. La investigación de Amnistía Internacional no encontró indicio alguno de que los edificios afectados pudieran considerarse objetivos militares ni de que fueran utilizados por combatientes.
Estas conclusiones se basan en documentación previa de Amnistía Internacional sobre ataque israelíes ilegítimos durante la actual escalada y en documentación de una constante similar de ataques ilegítimos en las ediciones anteriores de las operaciones israelíes en Gaza. Los bombardeos actuales no tienen precedentes en Gaza en cuanto a intensidad, número de víctimas mortales entre la población civil y nivel de destrucción causado en viviendas, escuelas, hospitales y otras infraestructuras civiles. “La organización ha documentado ampliamente el insensible desprecio de las fuerzas israelíes por el derecho internacional humanitario en operaciones militares anteriores, pero la intensidad y crueldad de los bombardeos actuales no tienen precedentes”, recalca Guevara Rosas.
“El horripilante número de víctimas mortales en Gaza —en sólo seis semanas han muerto más de 11.000 personas palestinas, de las que más de 4.600 eran niños y niñas— indica en sí mismo hasta qué punto las fuerzas israelíes que ordenan y llevan a cabo estos ataques consideran desechables las vidas de las personas palestinas”, agrega la responsable.
El 19 de octubre, un ataque aéreo israelí destruyó un edificio en el recinto de la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, en el centro de la ciudad vieja de Gaza, donde se refugiaban unos 450 miembros internamente desplazados de la pequeña comunidad cristiana de Gaza. El ataque causó la muerte de 18 civiles y heridas al menos otras 12 personas. Ramez al Sury perdió a sus hijos, su hija y otros 10 familiares en el ataque. “Mi corazón murió con mis hijos esa noche. Los mataron a todos: Majid, de 11 años, Julie, de 12, y Suhail, de 14. No me queda nada. Debería haber muerto con mis hijos y mi hija”, relató el padre a Amnistía. “Yo estaba allí apenas dos minutos antes. Mi hermana me dijo que bajara al sótano para ayudar a mi padre [que está] postrado desde que sufrió un accidente cardiovascular […] mis hijos se quedaron en la habitación con mis primos y sus esposas e hijos. Fue entonces cuando se produjo el ataque y los mató a todos”.
“Dejamos nuestras casas y nos vinimos a la iglesia porque pensamos que aquí estaríamos protegidos. No tenemos otro lugar adonde ir. La iglesia estaba llena de gente pacífica, sólo gente pacífica. No hay lugar seguro en Gaza en esta guerra. Bombardeos en todas partes, día y noche. Cada día, más y más civiles mueren. Rezamos por la paz, pero nuestros corazones están rotos”.
Uno de los dirigentes de la iglesia reconoció a Amnistía desconocer la razón del ataque israelí. “No sabemos por qué [se lanzó] este bombardeo contra nuestra iglesia; nadie ha dado una explicación de por qué se ha causado esta tragedia. Esto es una iglesia, un lugar de paz y amor y oración. […] No hay seguridad en ningún lugar de Gaza en este momento”.
Un día después del ataque las fuerzas armadas israelíes publicaron en las redes sociales un vídeo de material filmado por un dron, que Amnistía Internacional ha examinado, que muestra el momento del ataque aéreo contra un edificio dentro del recinto de la iglesia. Varios medios de comunicación informaron después de una declaración de las fuerzas armadas israelíes en la que se indicaba que “aviones de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron el centro de mando y control perteneciente a un terrorista de Hamás implicado en el lanzamiento de cohetes y morteros hacia Israel”, se reconocía que “un muro de una iglesia en la zona sufrió daños” como consecuencia del atraque, y se aseguraba que “el incidente se está examinando”.
Sin embargo, el vídeo de las fuerzas armadas israelíes que muestra el ataque ha sido borrado después y ni las fuerzas armadas ni las autoridades israelíes han aportado información que corrobore la afirmación de que el edificio de la iglesia destruido era un “centro de mando y control” de Hamás, ni información adicional sobre el pretendido examen del ataque. El Laboratorio de Amnistía ha examinado, verificado y geolocalizado vídeos e imágenes publicadas en las redes sociales de los momentos inmediatamente posteriores al ataque, y ha analizado imágenes del lugar tomadas desde satélite antes y después del ataque, y todo ello confirma la destrucción de un edificio y la destrucción parcial de otro en el recinto de la iglesia.
Una persona experta en armas de Amnistía Internacional también ha examinado el vídeo de las fuerzas armadas y otras imágenes y ha llegado a la conclusión de que munición de gran calibre lanzada desde el aire impactó directamente en el edificio donde se refugiaban las personas fallecidas y heridas. Personal de la iglesia había declarado públicamente que cientos de civiles se refugiaban allí antes del ataque, por lo que las fuerzas armadas debían de conocer su presencia. La decisión de las fuerzas armadas israelíes de seguir adelante con un ataque contra un recinto religioso conocido y lugar donde había civiles desplazados ”fue imprudente y por tanto es constitutiva de crimen de guerra, aun en el caso de que se creyera que había un objetivo militar en las proximidade”, denuncian desde Amnistía.
El 20 de octubre, hacia las 2 p. m., hora local, 28 civiles —12 de ellos niños y niñas— murieron por un ataque israelí que destruyó la vivienda de la familia Al Aydi y causó graves daños en dos casas vecinas en el campo de refugiados de Al Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza, dentro de la zona a la que las fuerzas armadas israelíes habían ordenado a las personas residentes en el norte de Gaza que se trasladaran. Murieron Rami al Aydi, su esposa Ranin y los tres hijos de ambos: Ghina, de 10 años; Maya, de 8, e Iyad, de 6. Zeina Abu Shehada y sus dos hijos, Amir al Aydi, de 4 años, y Rakan al Aydi, de 3, también murieron, así como las dos hermanas y la madre de Zeina.
Hani al Aydi, que sobrevivió al ataque, narró a Amnistía Internacional: “Estábamos sentados en casa, estaba llena de gente, de niños y niñas, de familiares. De repente, de forma inesperada, todo se derrumbó sobre nuestras cabezas. Todos mis hermanos murieron, mis sobrinos, mis sobrinas. […] mi madre murió, mis hermanas murieron, nuestra casa ya no está. […] Aquí no hay nada, y ahora no nos queda nada y estamos desplazados. No sé hasta dónde pueden empeorar las cosas. Pero, ¿pueden empeorar?”. El ataque también causó graves daños y la destrucción casi total de las casas vecinas de las familias Al Ashram y Abu Zarqa.
La investigación de Amnistía Internacional concluyó que todas las personas presentes en la casa de la familia Al Aydi, que se vio directamente afectada, y en las dos casas cercanas eran civiles. Dos miembros de la familia Al Aydi tenían permiso para trabajar en Israel, cuya expedición requiere rigurosos controles de seguridad por parte de las autoridades israelíes, tanto para quienes obtienen el permiso como para su familia extensa. Imágenes de satélite del lugar confirman la destrucción —compatible con un ataque aéreo— entre el 20 de octubre a las 11.19 horas UTC y el 21 de octubre a las 08.00 horas UTC. La zona y muchas de las construcciones parecen haber sufrido daños considerables.
Las partes en conflictos armados deben distinguir en todo momento entre personas civiles y bienes de carácter civil, por una parte, y combatientes y objetivos militares, por otra. Los ataques directos contra personas civiles y bienes de carácter civil están prohibidos, por ser ataques indiscriminados.
Amnistía recuerda que cuando Israel ataca un objetivo militar, está obligado a tomar todas las precauciones factibles para evitar, y en cualquier caso minimizar, causar muertes y heridas a personas civiles y daños a bienes de carácter civil. Estas precauciones incluyen hacer todo lo posible para verificar que un objetivo es un objetivo militar; elegir medios y métodos de ataque que minimicen los daños civiles; evaluar si un ataque será desproporcionado; avisar de manera efectiva y con antelación cuando sea factible; y cancelar el ataque si resulta evidente que será ilegítimo.
Amnistía no ha encontrado ningún indicio de que hubiera objetivos militares en los lugares donde se produjeron los dos ataques, ni de que las personas que estaban en los edificios fueran objetivos militares, lo que hace temer que estos ataques fueron ataques directos contra personas civiles o contra bienes de carácter civil.
Pero aún en el caso de que hubiera habido un objetivo militar legítimo en las proximidades de cualquiera de los edificios atacados -explica Amnistía- “estos ataques no distinguieron entre objetivos militares y bienes de carácter civil”. Los datos recopilados por Amnistía también indican que las fuerzas armadas israelíes no tomaron las precauciones factibles para minimizar los daños a personas civiles y bienes civiles, entre otras cosas por no avisar —como mínimo a las personas que vivían en los lugares afectados— antes de lanzar los ataques.
Los ataques indiscriminados que matan o hieran a civiles constituyen crímenes de guerra. Una constante prolongada de ataques imprudentes que afectan a bienes de carácter civil, que Amnistía Internacional ha documentado en todos los ataques en curso de Israel, así como durante los conflictos de 2008-2009, 2014 y 2021, podría equivaler a dirigir los ataques contra personas civiles y bienes de carácter civil, que también es un crimen de guerra.
La densidad de población extremadamente alta de Gaza entraña desafíos adicionales para todas las partes implicadas en el conflicto. El derecho internacional humanitario exige que Hamás y otros grupos armados tomen todas las precauciones factibles para proteger a la población civil de los efectos de los ataques. Esto incluye evitar, en la medida de lo posible, situar objetivos militares dentro de zonas densamente pobladas o en sus proximidades. Sin embargo, aun en el caso de que los grupos armados incumplan sus obligaciones, Israel sigue estando sujeto al derecho internacional humanitario, incluida la prohibición de los ataques indiscriminados y desproporcionados.
Vía El Independiente
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