Si bien los coches electrificados están ahora en auge, su historia no es nada nueva. De hecho, las primeras iniciativas de motores eléctricos datan de los años 20.
A pesar de que cueste creerlo, ni los coches eléctricos, ni los SUV, ni los coches autónomos, ni siquiera los híbridos, son un invento tan reciente como se piensa. Los eléctricos aparecen entre los primeros automóviles de la historia, el primer concepto de todoterreno es anterior a la Segunda Guerra Mundial y el primer vehículo que circuló de manera autónoma lo hizo en 1986.
De hecho, en 1900 el 25% de los vehículos de Estados Unidos eran eléctricos, mientras que en 2018 solo alcanzaron el 2,1%. Claro que en aquella época el parque móvil era más reducido que ahora, pero aun así se matricularon un total de 33.842 automóviles eléctricos aquel año.
Las primeras iniciativas de motores eléctricos se atribuyen a varias personas: al húngaro Ányos Jedlik, en 1928; al empresario escocés Robert Anderson, que entre 1832 y 1839 inventó un coche alimentado por células de energía primaria que todavía no eran recargables. E incluso al estadounidense Thomas Davenport, que construyó un artilugio similar al Scalextric y que operaba en una pista circular electrificada.
Las primeras baterías recargables no se crearon hasta 1859, con la invención de la batería de plomo-ácido por el físico francés Gaston Planté, que fue mejorada en 1881 por su compatriota Camille Alphonse Faure.
Este consiguió aumentar considerablemente su capacidad e impulsó su fabricación a escala industrial.
Gracias a ello, surgió el primer modelo de automóvil eléctrico producido en serie. Fue en Londres en 1884 y de la mano de Thomas Parker, responsable de numerosas innovaciones de la época como la electrificación del metro de Londres, los tranvías elevados de Liverpool y Birmingham, y la carbonita de combustible sin humo.
Los automóviles eléctricos alcanzaron un desarrollo bastante avanzado en las dos primeras décadas del siglo XX, llegando incluso a batir registros de velocidad y distancia. Tal es el caso de Camille Jenatzy y su vehículo en forma de bala ‘Jamais Contente’, que en 1899 alcanzó la velocidad de 105,88 km/h, todo un récord por entonces.
En Estados Unidos, tanto Thomas Edison como Henry Ford invirtieron en la empresa Detroit Electric Car, allá por el año 1907, convencidos de que este tipo de vehículos serían el futuro.
El problema que tuvo el vehículo eléctrico, al igual que ocurre en la actualidad, es que su avance se vio obstaculizado por la falta de infraestructura eléctrica. Algo que además se agravó al comenzar la Primera Guerra Mundial, cuando el motor de combustión interna, con mayor autonomía, velocidad y potencia fue decisivo para la mecanización del combate.
También factores como el desarrollo del motor de combustión, la aparición de la cadena de montaje del modelo T de Ford y la llegada del petróleo barato hicieron que el vehículo eléctrico dejara de ser una opción de compra.
Hoy en día el segmento más exitoso en la mayoría de los mercados mundiales es el SUV. No hay marca que no tenga al menos un modelo e incluso han desplazado a otras tipologías como el monovolumen o las berlinas.
SUV es un acrónimo que procede del inglés ‘sport utility vehicle‘, que traducido al español sería algo así como vehículo utilitario deportivo. Crossover o todoterreno ligero son otras de sus denominaciones aceptadas, aunque con ciertos matices diferenciadores. Son coches que tienen características de vehículos urbanos tipo utilitarios y a la vez otras más propias de los todoterrenos, pero sin disponer en principio de grandes prestaciones para circular fuera del asfalto.
Los orígenes de este tipo de vehículo se remontan a las década de los treinta y cuarenta, y está ligada al inicio de los 4×4 ligeros con el emblemático modelo de Willys MB, más conocido como Jeep, que nació como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y la búsqueda del Gobierno estadounidense de vehículos capaces de desenvolverse con soltura tanto en terrenos pavimentados como en abruptos.
De todos modos, la primera referencia histórica de esta tipología de vehículo data de 1935, cuando Chevrolet comercializó una camioneta bajo el nombre de Suburban Carryall.
Era un enorme vehículo más parecido a un camión, con dos puertas laterales, que podía llevar hasta ocho personas y que comenzó a marcar la pauta del segmento. Se trata del modelo de vehículo que más años lleva produciéndose de continuo en el mundo, ya que actualmente se sigue comercializando.
Otro ejemplos posteriores son el GAZ-61, que se fabricó desde 1938 hasta el 1945, y el mencionado Willys MB. Precisamente, su fabricante, Willys-Overland, adaptó tras la guerra las versiones militares para usos civiles creando con ello una línea de vehículos más parecidos al concepto que tenemos actualmente de todocamino.
De esta forma, en 1946 se inició la comercialización del modelo Jeep CJ, en 1947 el Jeep Truck y finalmente en 1948 el Jeepster. También el Ika Estanciera, fabricado por Industrias Kaiser Argentina bajo licencia de Willys, fue un vehículo con protagonismo en esta época.
Después vinieron otros modelos como el Jeep Wagoneer, el GMC Jimmy, el Chevrolet Blazer, o el Range Rover, todos nacidos en los años sesenta. Fue a partir de los años noventa cuando los SUV fueron tomando posiciones en el mercado del automóvil, algo que a día de hoy se hace patente con el nivel más alto de ventas de la industria.
Se sabe que en 1926 una pequeña empresa de Milwaukee anunció una demostración de un coche sin conductor, pero que sería controlado por radio. También General Motors trabajó en proyectos de este tipo en los años sesenta.
Pero en realidad las primeras pruebas de un sistema de coche de conducción autónoma fueron hechas por el ingeniero aeroespacial Ernst Dickmanns en 1986 con una furgoneta Mercedes-Benz. Este trabajo realizado en el recinto de la Universidad de Múnich supuso una gran contribución al inicio del vehículo autónomo.
En 1987, el equipo de Dickmanns probó esa furgoneta en un tramo de autopista sin tráfico y consiguió alcanzar los 90 km/h sin incidentes. Con ello consiguió que el grupo Daimler se interesara por el proyecto y así nacieron los primeros prototipos autónomos.
Fue en 1994 cuando viajaron por Francia a bordo de dos berlinas Mercedes 500 SEL con dispositivos autónomos compuestos de cámaras y sensores conectados por ordenador, que eran capaces de circular por una autopista, cambiar de carril e incluso frenar cuando era necesario. Todo esto muchos años antes de que Google, Tesla o Uber comenzaran a hacer sus pruebas en California.
Quien piense que el Toyota Prius es el primer híbrido de la historia está completamente equivocado. En 1900 el conocido ingeniero austriaco Ferdinand Porsche hizo un viaje al futuro y creó el primer coche de este estilo.
Se trataba de un vehículo con propulsor Daimler de cuatro cilindros, una batería de 50 voltios, un generador y dos motores eléctricos. Cada motor desarrollaba 7 CV durante veinte minutos, lo que suponía una autonomía de unos 50 kilómetros a su máxima velocidad, 50 km/h, algo nada desdeñable para un coche de una tonelada de peso.
Pero todavía hay un par de casos más hasta llegar a 1997, cuando apareció el primer Toyota Prius. En la década de los setenta, el científico estadounidense Victor Wouk adaptó a un Buick Skylark V8 de propulsión un motor eléctrico de 26 CV convirtiéndolo en híbrido.
Y a principios de los noventa, la marca alemana Audi hizo pruebas en secreto con su modelo 100 Avant Duo, al que incorporó un motor eléctrico de 12 CV combinado con un 2.3 litros de gasolina y 133 CV.
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