En el corazón de Quintana Roo, entre la exuberante vegetación de la región, se alza majestuoso el “Yaxché”, el árbol sagrado de la cultura maya que simboliza la conexión entre el cielo, la tierra y el inframundo. Con más de 30 metros de altura, este antiguo árbol, también conocido como ceiba, es un símbolo arraigado en la esencia misma de la vida en esta tierra.
El “Yaxché” prospera en las zonas húmedas de Yucatán y Quintana Roo, siendo un emblema de la región que ha resistido el paso del tiempo. En eventos religiosos y festivales locales, como la feria del Santo Patrón en Yucatán, la ceiba ocupa un lugar central, siendo venerada como un símbolo divino y unificador.
En la bulliciosa ciudad de Cancún, la Avenida Xpuhil ofrece un espectáculo natural con sus impresionantes ceibas, que forman parte integral del paisaje local. Sin embargo, su belleza majestuosa puede ocultar un pequeño inconveniente, ya que durante ciertas épocas del año, el polen que liberan puede desencadenar alergias entre los residentes.
Para los antiguos mayas, la ceiba era mucho más que un árbol común; era una puerta de entrada a los tres niveles del cosmos: el cielo, la tierra y el inframundo. Durante las festividades religiosas, las ceibas son el epicentro de la celebración, recibiendo ofrendas y respeto por parte de la comunidad.
En el remoto poblado de Solferino, cerca de la Isla de Holbox, se encuentra una ceiba legendaria con más de 700 años de antigüedad, conocida como el árbol milenario. Se dice que aquellos que se acercan y lo abrazan pueden encontrar alivio para sus males y paz para sus almas inquietas.
Además de su profundo significado espiritual, la ceiba también posee propiedades medicinales que han sido aprovechadas por siglos por los habitantes locales. Desde su corteza hasta sus hojas y tallos, cada parte de este árbol sagrado se ha utilizado en tratamientos para una variedad de dolencias, desde heridas hasta problemas de piel y reumatismo.
La ceiba, con su imponente presencia y sus múltiples beneficios, no solo representa la vida y la grandeza en la cultura maya, sino que también contribuye al equilibrio ecológico de la región. Al liberar oxígeno, absorber CO2 y proporcionar refugio a la fauna local, este árbol sagrado sigue siendo un pilar fundamental en el tejido mismo de la naturaleza en Quintana Roo.
Vía: SIPSE NOTICIAS