En un escenario marcado por la tensión y la expectativa, las actas electorales comenzaron a llegar una tras otra, revelando una victoria contundente para Edmundo González Urrutia, el candidato que encarnaba la esperanza de cambio para Venezuela. Sin embargo, la dictadura liderada por Nicolás Maduro ejecutó un fraude monumental, alterando el resultado de las elecciones y perpetuando su control sobre el país.
Edmundo González Urrutia, el delfín de María Corina Machado, obtuvo una ventaja de más de 30 puntos porcentuales en cada acta registrada, coincidiendo con las encuestas a boca de urna independientes. Este resultado reflejaba el deseo de la población venezolana de poner fin a 25 años de chavismo, que han sumido a una de las naciones más ricas de América Latina en la miseria. Sin embargo, el régimen chavista tenía otros planes.
Desde tempranas horas del día, encuestas falsificadas difundidas por figuras como el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa y el ex mandatario boliviano Evo Morales, pronosticaban una inverosímil victoria para el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Estas encuestas resultaron ser fabricadas por una empresa fantasma, pero la mentira ya había sido lanzada.
El fraude no se limitó a las urnas del 28 de julio. La estrategia chavista comenzó mucho antes, cuando se impidió a María Corina Machado participar en los comicios. Este acto arbitrario fue solo el inicio de una serie de maniobras destinadas a asegurar la permanencia del régimen.
El régimen chavista, conocido por su corrupción y represión, se fortalecerá internamente y reforzará sus alianzas con países como Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua y Bolivia. La Corte Penal Internacional (CPI) investiga a Maduro por crímenes contra la humanidad, y este fraude electoral se suma a una lista de violaciones documentadas por la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU).
Maduro sabía que una derrota en las urnas podría significar la cárcel, la extradición o el exilio. Ante esta perspectiva, eligió perpetuar el fraude para evitar enfrentar la justicia por los múltiples cargos de narcotráfico y violaciones a los derechos humanos que pesan sobre él y su cúpula.
El régimen chavista ha contado con el respaldo de potencias extranjeras que, a cambio de recursos naturales, han brindado una protección internacional que les ha permitido eludir sanciones impuestas por Estados Unidos. Esta complicidad ha permitido al chavismo mantenerse en el poder, a pesar de las crecientes evidencias de sus abusos y corrupción.
Desmantelar la estructura de poder chavista sería una tarea colosal para cualquier futuro gobierno. El régimen ha construido una red de corrupción y complicidad que abarca desde los más altos cargos del gobierno hasta las bases del sistema judicial, militar y empresarial. La posibilidad de traiciones internas y la resistencia a perder privilegios hacen que la transición sea extremadamente difícil.
Vía: INFOBAE
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