
El exgobernador de Puebla, Mario Marín, fue captado por medios locales llegando a su residencia en el municipio de Xilotzingo, escoltado por la Guardia Nacional, tras haber pasado cuatro años en el Centro Federal de Readaptación Social 1, conocido como ‘El Altiplano’, en el Estado de México. Esta liberación ha generado controversia y preocupación, especialmente entre aquellos involucrados en el emblemático caso de Lydia Cacho.
La periodista y activista Lydia Cacho, quien se vio obligada a huir de México por temor a represalias, denunció recientemente que la jueza Angélica Ortuño Suárez, del estado de Quintana Roo, ordenó la liberación de Marín. Según Cacho, la Fiscalía General de la República (FGR) no presentó pruebas suficientes para mantener al exgobernador en prisión mientras se concluye su juicio. “No ha sido exonerado Mario Marín, sin embargo es un preso peligroso para mí, para mis testigos y mi familia”, advirtió la periodista.
El caso de Lydia Cacho es uno de los más notorios en cuanto a agresiones contra la prensa en México. En 2004, Cacho publicó su libro Los demonios del Edén, en el que reveló una red de pederastia y explotación sexual de menores en México. Estas revelaciones provocaron que la periodista fuera torturada y secuestrada durante 48 horas, presuntamente bajo órdenes de Marín.
La liberación de Marín no es un caso aislado. El pasado 7 de agosto, Hugo Adolfo Karam, excomandante de la Policía en Puebla y otro de los implicados mencionados por Cacho, también fue liberado del penal de Cancún bajo circunstancias similares.
Además, otro nombre relacionado con el caso es Jean Succar Kuri, quien fue condenado a 94 años de prisión por delitos de pederastia, pornografía infantil y corrupción de menores. Succar Kuri falleció en junio pasado, dejando un legado de atrocidades que aún resuena en la sociedad mexicana.
La liberación de Marín ha reavivado las preocupaciones sobre la justicia en México y la seguridad de aquellos que se han atrevido a desafiar el poder y la corrupción.
Vía: INFOBAE